"La desolación es el sentimiento que nos embarga
cuando mueren los seres que habitan dentro de nosotros"
Norman Mailer,
'Los tipos duros no bailan'
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Vista panorámica de la Reserva desde el alto de la cordillera del Mbaracayú. |
Escuché a
Bartomeu Meliá contar en una conferencia que cuando él llegó a Paraguay, allá
por 1954, la ruta hacia el este sólo llegaba hasta Coronel Oviedo, "el resto era selva". Según
este antropólogo jesuita, toda una autoridad en cultura y lengua guaraní, la colonialidad
-el patrón de poder resultado del colonialismo- no fue tan acusada en Paraguay
durante la conquista y los siglos posteriores como desde mediados del siglo XX.
La construcción de la presa de Itaipú y el avance de la frontera agrícola con
la apertura de la ruta no tienen parangón con ningún otro fenómeno del pasado
en cuanto a la destrucción de comunidades y sistemas de pensamiento, el
encubrimiento indígena y la transformación de su teko -forma de vida- con la deforestación real y lingüística de
todo un país. Si la cita de Mailer se pudiera aplicar a un pueblo el
resultado de ese sentir sería 'El
dolor paraguayo', el retrato que hizo Rafael Barret -a caballo entre los
siglos XIX y XX- de un territorio materialmente devastado y humanamente
desolado.
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Avance de la deforstación en la Región Oriental del Paraguay entre 1945 y 2005. Imagen: Fundación Moisés Bertoni. |
Bruno Chevugi
era guardabosques. El pasado 7 de febrero recorría en canoa el río Jejuimí,
dentro de la Reserva del Bosque de Mbaracayú. Siete
impactos de bala acabaron con su vida. La Reserva, como se la conoce en la
zona, es una masa compacta de 65.000 hectáreas de bosque atlántico -uno de los
últimos reductos que le quedan al Paraguay- sometida a presiones de diferentes
sectores. En un principio, se barajó un ataque de furtivos, si bien nunca se
había producido un encuentro tan violento entre guardabosques y cazadores. El
bosque también brinda condiciones ideales para el cultivo de marihuana y en los
días sucesivos se apuntó al narcotráfico, pero los tres compañeros que
patrullaban con Bruno pudieron tirarse al agua, lo que hacía pensar que los
disparos iban dirigidos sólo a él. Bruno era de Kuetuvy, un territorio
ancestral de la comunidad aché.
Recientemente, estas propiedades han sido invadidas por 'carperos' de
la colonia Brítez Cue, en la misma zona de la Reserva. Bruno era el líder de
las movilizaciones indígenas en contra de la ocupación y así fue como tomó
fuerza la hipótesis de campesinos sin tierra como responsables de su asesinato.
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Ubicación de la Reserva de la Biosfera del Bosque de Mbaracayú. Imagen: Fundación Moisés Bertoni. |
Doce días
después, un líder campesino fue acribillado
por dos sicarios frente a su casa, en el departamento de Concepción. Su
lucha contra la sojarización o la oposición al establecimiento en el país de la
empresa de procesado de aluminio Río
Tinto Alcán -condenada por delitos
ambientales y de lesa humanidad en Papúa Nueva Guinea- parecen tener menos
importancia que la vinculación de cualquier protesta con un paupérrimo Ejército
del Pueblo Paraguayo (EPP), con base fundacional en Horqueta, el distrito donde
vivía. Se asesinan indígenas, se asesinan campesinos, se muere la tierra
ahogada en agrotóxicos y con ella sucumben
las comunidades indígenas que, ingenuamente o no, arriendan sus territorios
a estancieros en esta nueva versión del Paraguay feudal, se muere un lago enterrado
en miles de metros cúbicos de efluentes contaminantes y, por los mismos
motivos, empieza a agonizar
la bahía de Asunción. Los de arriba ponen el capital y las reglas, diseñan
en los despachos las políticas de dominación sobre territorios y recursos. Los
de abajo ponen los muertos. Lo más triste es que, de demostrarse estos
hechos, estaríamos ante un episodio más de la guerra entre los pobres.
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Sojal sin cosechar -al parecer, la sequía de enero malogró el grano- en los alrededores de Ypejhú. |
Las pistas que
dan acceso al Bosque de Mbaracayú van desvelando un paisaje fantasmagórico. En
menos de un año -me cuenta una de las trabajadoras de la fundación que gestiona
la Reserva- ha desaparecido el bosque secundario de esta área de amortiguación.
La maquinaria ha levantado de cuajo árboles centenarios cuyas raíces volteadas
nos dan ahora la bienvenida. En unos meses ya serán terrenos a pleno
rendimiento para sacar las tres cosechas anuales de soja. La autoridad colonial
de los yerbateros que retrató Barret sigue ahora el libreto de las
corporaciones del agronegocio. Y es cuando te preguntas si tienen razón quienes
afirman que Paraguay
es un error geográfico. Releyendo 'Hijo de hombre' después de conocer una
mínima parte del interior de Paraguay se comprueba que no hay nada de mágico en
el realismo de este país "de la
tierra sin hombres y de los hombres sin tierra", como lo definió el
propio Roa Bastos. Uno
de cada ocho paraguayos reside en el extranjero aportando, paradójicamente,
con sus remesas el cuarto ingreso de divisas después de la exportación de soja,
carne y las regalías de las hidroeléctricas de Itaipú y Yaciretá. El 70% de esos
emigrantes son mujeres, como la mamá de Evelyn, una niña de orejas desprendidas
y ojos despiertos, empeñada en enseñarme guaraní durante las semanas que pasé
en Ypejhú. Me contó que su madre está en Bilbao y que quiere llevarla para allá
pero a ella le da miedo España. Desde que se fue, hace cuatro años, Evelyn no
ha vuelto a ver a su mamá.
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En menos de un año se ha deforestado el área aledaña a la Reserva. Al fondo, aun se observan los tocones que se están retirando para acondicionar el terreno como cultivo. |
A lo mejor, la crisis
ha hecho que muchas de esas personas que buscaban una vida mejor estén de
regreso. Las que volvieron y las que aun están fuera, separadas por distancias
de gua'u, quizá tengan los ojos
puestos en las
próximas elecciones de abril. El golpe parlamentario -asumido ya por la
amplia mayoría de los sectores sociales- y la división del frente de izquierdas
-en una patética ceremonia por el control de las listas- dejan en una posición
privilegiada al Partido Colorado -el mismo que soportó los treinta y cinco años
de dictadura- en su camino hacia la Presidencia. Pero Paraguay es un país
impredecible. "No somos como el
resto de los latinoamericanos, no somos como los argentinos o como los
mexicanos. Somos un pueblo silencioso, callado", afirma Paz Encina,
la directora de la película 'La
hamaca paraguaya', un reflejo de ese silencio, del tiempo y la quietud de
la vida paraguaya, o si se quiere, esa actitud ambivalente entre la negación y
la resignación ante la fatalidad, un destino que, a decir de la propia autora, "a veces parece una condena y otras una
bendición".
Me estoy
marchando de aquí aunque aun no haya llegado a ninguna otra parte. Y me estoy
despidiendo de Paraguay como se despide una de las cosas, sin saber si debe
alegrarse o entristecerse. En guaraní, arandú
es sabiduría y significa, casi literalmente, 'sentir el tiempo'. Quizá sea el
tiempo que necesitamos para despedirnos y aprender algo de esos seres que nunca más seremos. "¡Se acabó la
música!" es la frase que el viejo Plutarco le arroja a la cara al
Capitán en la última escena de la película mexicana 'El violín'. Con una
mirada impasible, su voz pausada suena, sin embargo, como un grito de rebeldía
y dignidad. Aunque sea silencioso y yo ya no esté aquí para escucharlo, ojalá un
grito de dignidad recorra este país vacilante entre la sumisión y la revolución.
Hi'ãnte...